La inflación que empezó a florecer con la reanudación de la actividad económica a nivel mundial, una vez superado el parón que impuso la pandemia del COVID en Oriente y Occidente, cogió fuerza con el estallido de la guerra de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. La condena de Europa a la invasión rusa –que derivó en la recíproca imposición de sanciones entre la nación de Putin y los Veintisiete– aceleró el encarecimiento de recursos energéticos como el combustible, y su impacto –como no podía ser de otra forma– se sintió también en el mar.
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